Cartas del Lost and Found

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To: Miss_Cuernavaca68@rocketmail.com

From: elpocho66@writeme.net

Subject: Encuentros

Mi estimada Miss C, you were right. A veces el mundo es tan grande que uno pensaría que nunca se podría topar con la misma persona más de una vez. Y a veces el mundo es tan pequeño de que sí, efectivamente, se encuentran de nuevo y se dan cuenta de que el mundo es un chicle pegado a un zapato. O algo así.

San Francisco. What can I say? Me dio mucho gusto verte. It’s true.

¿Cuánto tiempo ha pasado? Too many years, la neta. Demasiados.

Te digo la verdad, te veías impresionante. Igual que antes. Igualita.

La mera neta.

But maybe tal vez esto se debe a lo efectos de too many hours on the road. De too many beers en el sistema. De too many years en los ojos.

Maybe. Pero lo dudo.

Y —¡o sorpresa!— no sabía que ahora vivías en SF. Y estoy seguro que tampoco sabías que ahora vivía en New York. Pues cómo lo sabrías, si no nos hemos visto en qué, ¿siete, ocho, nueve años? O precisamente: seis años, tres meses y cinco días. But who’s counting? Je, je, je.

Miss_Cuernavaca68@rocketmail.com wrote:

¡Cuéntame un cuento! O mejor, si quieres te lo pido en verso, como en los Tidewater Tales: “/Tell me their story as if it weren’t ours,/ but like ours…./.” You know? Me acuerdo de tus cuentos, mi guapo. Y si nuestra relación se tiene que hacer a través de los emilios, como dices tú en tu lengua chicana bí-fi-da, me gustaría que empezaramos con esto: un cuento, a story, not ours but like ours.

Sabes qué, mi estimada, no sé. Hace tanto tiempo que alguien me ha pedido que les contara algo (pero pensándolo bien, fuiste tú la única que me pedías tal cosa). Te tendré que contar algo después. Ahora es tarde. Quizá te hable de un road trip. Pero later, later.

Sinceramente,

D.

To: Miss_Cuernavaca68@rocketmail.com

From: elpocho66@writeme.net

Subject: El diablo en el bosque

Miss_Cuernavaca68@rocketmail.com wrote:

Mmmm. Ha pasado una semana y nada. Me dejaste picada con esta historia. ¿Un road trip? ¿Algo cómo el que estás haciendo ahora?

Oye fíjate que el otro día me encontré con este amigo tuyo, Poncho. Salimos a tomar un café. Me contó muchas (muchas) cosas de ti….

Mentiras mi dear. All lies.

Mi tan estimada C, saludos y abrazos desde este punto de mi viaje (sí, quizá la historia que estuve pensando podría ser algo como el mío): Chico, Califas. Mi hometown en el gran Central Valley.

Estoy visitando a unos cuates. Pero primero, antes de llegar tuve que parar en el pueblito de Hamilton City, aldea que no merece el título de city. Son dos mil personas. ¿Qué lugar así se podría denominar city? En fin, ahora viven allí mis jefes. Tuve que ir a visitarlos, cada uno en su parte del rancho Hamilton. Es que están divorciados. Vivíamos en Chico y después del divorcio mi jefe se fue a vivir a Hamilton. Mi jefa se quedó con la casa (nosotros y esa casita fueron las únicas cosas que mi padre le concedió a mi madre; fue menos un divorcio y más una guerra con armas biológicas). Lo gracioso, o lo irónico, —no tanto— fue que después de que mis hermanos y yo nos habíamos salido de casa —para buscar nuestros caminos supongo— mi jefa vendió la casa y se fue a vivir a Hamilton. Papá vive cerca de la Holly Sugar, donde procesan azúcar, porque allí trabaja. Bueno, trabajaba. Holly Sugar ha cerrado. Mamá se quedó cerca del High School en el lado opuesto del pueblo.

Mis jefes se odian y dividieron el pueblito entre ellos. Nunca firmaron un armisticio y se han quedado en un especie de guerra fría. Lo único que compartan es el downtown. Su pequeño DMZ, un centro de chiste que consiste de un mercado pequeño, una cantina y el correo. Su frontera es una calle. Mi jefe siempre está en la cantina. Claro, allí con los demás sinvergüenzas, dice mi moms. Mi jefa casi siempre está al otro lado de la calle, en el mercado, hablando con sus comadres. Claro, con ese clan de brujas, dice mi pops. A veces cuando los visito paso al mercado para saludar y estar un rato con mi jefa. Después cruzo la calle y entro al bar para tomarme una chela con mi jefe. Es un poco surreal el asunto. Nunca puedo quedarme mucho tiempo, especialmente en este viaje. Sabía que mi jefa iba a empezar a preguntarme sobre mi waifa. ¿Y qué le podría decir?

Así que me vine a Chico. Porque me dijeron que acá vivía…bueno ya sabes. Me estoy quedando con una ex aquí.

Si mi waifa were to find out…

Salimos de party con unos compas a un antro, Duffy’s Tavern. Sitio de perdición. Un barfly bar para viejos punks. No pasamos mucho tiempo allí ya que alguien nos dijo de una fiesta en una casa que quedaba a unos bloques del downtown.

La casa resultó ser donde había visto otros grupos en los 80’s cuando era estudiante. Así era la onda. Ir a fiestas en Victorian homes y escuchar grupos locales o los que caían por allí. Friends of friends. Tú sabes. En ese tiempo Chico tenía la idea que iba a ser el próximo Athens, Ga. Salieron muchos grupos con una onda medio REM, o una onda electro/punk; onda muy american Tom Petty-Byrds-Jangle Pop o onda Residents-Negativland-Tape Loops y Screaming. Grupos como 28th Day, como Downsiders, como Vomit Launch. Grupos que vi en esa casa grande.

Trabajaba como dj en una estación de radio. Mis cuates Mechistas no entendían por qué escuchaba esa música. Menos entendían porque no le entraba a la onda ranchera o grupera, gente y bandas como Vicente Fernández, Jorge Negrete, los Humildes, los Diablos, los Pasteles Verdes, y claro, Los Bukis. Not for me. En esa época me gustaba más la indie music y el post punk, Let’s Active, Guadalcanal Diary, My Dad is Dead, Big Black, Wire, Bauhaus.

Eramos tres. Los Chicano Punks. Eduardo (Lalo) del área de Orland, a veinte millas de aquí, una chava que se llamaba L.A. Betty y yo. A veces nos juntábamos los tres, pero como casi siempre me encontraba colgado en algún evento (hacer sound o ayudar en algún concierto, ser dj en una party, etc.), la Betty y el Lalo salían solos. Y es que también esos dos tenían una relación super loca. Estar con ellos era estar en un ambiente hipersexual, los dos casi no se podían pasar un minuto sin tocar al otro. Había tiempos en que estaría en el estudio con ellos y de repente desaparecían. Disappeared. Just like that. They were gone. Regresaban de cualquier rincón oscuro, sudados y Lalo con la camiseta mal puesta o algo. Pintalabios en su frente. Mirada de pendejo. La Betty, totally cool. Me daba una sonrisita y nada más.

Y lo loco es que Lalo estaba perdidísimo por otra chava, Andrea. Yo le llamaba la Virginal Andrea, porque era la clásica Nice Girl. Se decía Chicana, participaba en Mecha y todo ese rollo. Se creía down con la raza. Por causa de ella Lalo y yo nos volvimos Mechistas. Not Betty however. Dijo “Ni madres” y se fue. Nos empezó a llamar los Mechistes. Lalo fue el primero en quitarse también el adjetivo Punk. No sé qué esperaba ese cabrón, o que él se volviera militante Chicano al estilo northern Califas o que ella se cambiara (tipo Sandy de Grease) en una punk exótica, con pantalones super ajustados y camisetas rotas con nombres de bandas como Fear, Dead Kennedys o X. El cabello teñido de negro negro. Terminaríamos al final del año académico en un carnaval donde Lalo y la Andrea (ahora llamada la “Anarquíca Miss A”) se juntarían y bailarían una mezcla de norteño punk antes de subirse a una lowrider con calcamonías de Social Distortion, RKL, the Damned y los Tigres del Norte. Juar, juar.

But who can blame him? Todos, creo, hemos estado con alguien quien nos causaba cosquillitas en el ombligo, maromas en la cabeza o saltos en los pies, pero tampoco nunca nos atrevíamos brincar a una etapa más que de friends por temor al rechazo.

Más vale frustrated friends que solos y frustrados, ¿no?

Existía una vibra extraña en Chico en esos años. No sé, Central Valley Cool. Música en vivo por todas partes. 28th Day tuvo éxito. Llegaron a ser reseñados hasta en una revista británica. El grupo se disolvió muy pronto. La cantante, Barbara Manning, siguió como solista. Buenísima. El baterista empezó un independent record label, Devil in the Woods. El Diablo en el Bosque. Cool name, ¿no? Sacaban casetes y a veces algún sencillo de las bandas locales. El guitarrista entró a Downsiders.

Y yo, allí. Siempre en alguna party, en algún bar, en alguna esquina. Antros como Juanita’s, o Duffy’s o Speedy’s, rolando con la música y la vibra de Chico.

Downsiders pegaron mucho. Una noche los vi en la casa grande. Recuerdo que estaba en la sala y pasé al comedor donde estaba la banda. Apagaron las luces, prendieron sus amplificadores y el cantante alzó un libro. Somos Downsiders, dijo, Esta es nuestra historia. Empezaron a tocar.

Hey, algo muy raro me pasó esta noche, en Duffy’s some bato me contó de la vez que vivía en un apartamento al lado de unos vecinos que estaban en el proceso de separarse. Parece que le fue mal a este tipo, tener que escuchar todo eso. Después en un Diner oí a unos guys hablar de algo similar. No sé, pero me recordó a Lalo, Andrea y Betty.

Y es que, como canta Café Tacuba, la vida viaja en forma circular.

O dicho de otra manera; a veces todo se vuelve como la peor canción pop. La rola que todos conocen, y aunque niegan gustarla se saben a fondo la letra y la tararean por las tardes.

Chico, Califas.

Esta es nuestra historia.

Aparentemente,

D.

To: Miss_Cuernavaca68@rocketmail.com

From: elpocho66@writeme.net

Subject: Desaparecido

Miss_Cuernavaca68@rocketmail.com wrote:

Chico. Mi chico de Chico. Con razón eres Chicano.

Bien funny, mi dear. Je, je, je.

Lo de tus amigos suena como una historia buena. Yo conocí a un chico como ese Lalo. Lo pasábamos súper bien, hablábamos mucho, cuando salíamos nos divertíamos mucho. Pero al final era un tipo muy tímido. Yo tenía la impresión de que me quería decir algo, que quería que cambiáramos nuestra relación a algo más… formal quizá. Pero nunca pudo. Y yo, que soy aventada, como ya sabes, no hice nada. No porque no sentía nada por él, pero porque quería ver si se le bajaría la timidez. Y nada. Lástima.

Pues, sí. Hay batos así.

(Insert nervous laugh here)

Greetings from the road, mi estimada dear Miss C. ¿Has escuchado a Manu Chao? No hay mejor disco que sirva como soundtrack cuando uno está rolando por el mundo. Acércate al monitor. Detrás de este mensaje se puede oír “Desaparecido.” ¿Lo escuchas?

Te diré que he viajado por tantas ciudades, y que ahora estoy recorriendo el suroeste en un carro alquilado. Y te diré que este viaje tiene tres razones.

1) Me han invitado a exponer unos cuadros en Austin y en Santa Barbara.

2) Recibí una beca para investigar una nueva serie de pinturas sobre raices.

3) Estoy exiliado de mi cantón.

Y aquí estoy, viajando por las autopistas. ¿Qué es lo que dice David Byrne en True Stories? “Freeways are the cathedrals of our time.” Y yo aquí, en comunión, wandering in the desert. Gathering stories. Cosechando narraciones, confesiones, mentiras. Lo que venga.

Como sabes, empecé en Los Angeles. De allí subi al norte pa’ San Francisco.. Luego más al norte, hacia Chico, Califas. Ahora estoy en una habitación de motel en Truckee, Ca, home of the Donner Party (que resultó no ser tan party). Me voy a Reno, Nevada, ciudad pequeña que sueña con ser metrópolis. Luego a Vegas, Las. Albuquerque. Austin. El Paso. Tucson. Rumbo a California. Los Angeles, Santa Barbara, ciudad postal en la costa. Luego bajar al sur, pasando por Irvine, ese lugar inventado de la nada, hasta Tijuana, ciudad mundo donde cada viaje siempre debe terminar.

Pero ahora está el camino.

Me encantaría regresar a San Francisco. Caminar contigo por el barrio de la Misión. Ir al Studio 24. Comer burritos en alguna taquería en la Mission District. Exposiciones de arte en el Museo Mexicano. Cine los viernes. Ver a bandas. Me gustaría enseñarte esa ciudad donde pasé tantos años rolando rolando like a rolling stone.

Sabes, me he dado cuenta de que me he vuelto wanderer de nuevo. Como antes cuando te conocí. ¿Te acuerdas cuándo te dije que vivía en lugares de paso? Estaciones de tren, de autobús, aeropuertos, hostales. Viajando con mi Walkman, algunos libros, un cuaderno verde donde hacia esas listas que tanto te interesaban —las mejores rolas para esperar en un aeropuerto; diez razones para nunca volver a Cuenca; cinco adjetivos para describir la lluvia en Chiapas; poderes de superhéroe que serían útiles para vivir en la frontera; bandas que se deberían mandar a un barco a altamar; muvis que servirían como justificación de armar guerra contra Hollywood; cosas con que pagar una mordida a un oficial sin usar dinero—, y esa mochila roja cubierta con parches. Lo único distinto ahora es que no tengo esa mochila roja. Tampoco tengo el Walkman. Cargo una iPod con mucha más música que antes podría llevar en un viaje. Y sigo con las listas.

“Travel is a vanishing act” escribe Paul Theroux en un libro y ahora me tienes aquí de nuevo: desparecido. Como en esa rola de Manu Chao.

“¿Cuándo llegaré? ¿Cuándo llegaré?”

Y, ¿a dónde?

Itinerant,

D.

To: Miss_Cuernavaca68@rocketmail.com

From: elpocho66@writeme.net

Subject: re: ???

Greetings from the road mi dear! Ahora estoy en un truck stop con destino a Las Vegas y sus noches perpetuas.

Miss_Cuernavaca68@rocketmail.com wrote:

Pero óyeme chico, contéstame una cosa, una duda que tengo: ¿waifa?

Pos sí mi estimada miss C, es verdad, the very truth. Me casé. Raro que el Poncho no te lo haya mencionado. Espero no haberte sorprendido cuando te lo dije.

Mi waifa es buena onda, la neta. Buena buena onda. Abogada superstar. She kicks ass, la neta.

Y tú, mi estimada miss, me dicen que tú también estás conectada con un chavo. Un bato grande, me dicen. Un Schwarzenegger, me dicen. Lástima que no lo conocí cuando te vi allá en el café esa noche.

Lástima… not.

Is it getting hot in here?

Otra pregunta ¿Tijuana?

Yup. ¿No te has dado cuenta de que todos los caminos terminan en Tijuana? Tienes que ir a conocer. Es perfecto para gente que le ha dado por rolar por lugares intermedios, (aunque también es perfecto para familias, amigos, cine, playa, etc. etc.).

En un bar en Reno alguien me contó de una mujer que conocía. Se citaban una vez al mes en Harrahs casino. Estaba en Reno porque en unos días se iba encontrar con ella de nuevo. Se iba al bar porque no tenía otro lugar para ir, no conocía la ciudad. Venía solo para juntarse con esta chava. Y como ella dictaba las reglas de sus citas, él solo podía esperar hasta que ella le llamara.

Me preguntó que hacía. Le contesté que estaba en un tipo de walkabout, sólo en carro. Andaba perdido en el west, manejando de ciudad a ciudad.

Así estábamos los dos, sentados en un bar. Después de un silencio largo me dijo que no sabía el nombre de la chava. Sólo la conocía a través de las reacciones de la gente a su rededor.

Le iba a comentar que su historia me sonaba a muvi, o a obra de teatro. Pero como el bato me pagaba las cervezas, pues, hay que escuchar, ¿no?

Incrédulo,

D.

To: Miss_Cuernavaca68@rocketmail.com

From: elpocho66@writeme.net

Subject: No me preguntes cómo paso el tiempo

Miss_Cuernavaca68@rocketmail.com wrote:

¿Otra historia de la incertidumbre? ¿Cómo llegas a conocer a estos hombres? ¿Los buscas? Y ¿a ti no se te ocurrió decirle al hombre que preguntando se pueden resolver muchas cosas?

Pues no sé cómo me los encuentro. Quizá llevo un tatuaje sobre la frente que dice, Confess to me. En fin. Todo el mundo carga por lo menos un cuento. ¿O no?

¿Cuál sería nuestro?

Creo que sería un musical, uno con muchos ires y venires.

Hey, greetings from Albuquerque.

Pues ya ves, mi siempre simpática señorita C, lo bueno de los road trips es la música que uno pone. El soundtrack. Últimamente he estado escuchando música de los 80. Mejor dicho, la música post-punk. Grupos como Wire, Japan, the Gang of Four, Joy Division y Big Black. Música que definió una época importante de mi misspent youth.

Y a veces también es necesario escuchar los clásicos. José Alfredo por ejemplo. “Cuatro caminos hay en mi vida, / ¿cuál de los cuatro será el mejor? / Tú que me viste llorar de angustia / díme paloma, ¿por cuál me voy?”

¿Te acuerdas de Madrid?

Me acuerdo que fui con unos cuates peruanos a una terraza en Lavapies. Y allí estabas, con otros amigos. Tu pelo negro. Lo llevabas más largo, hasta los hombros. Vestías una blusa blanca de lino y falda café. Zapatos café sin leche. Sonreías. Esa sonrisa grande tuya, seguido por esa risa de agua dulce que brotaba de tu interior. Pero se notaba también que no estabas completamente conectada con el grupo.

Nos presentó Edmundo, el peruano que conocí en San Sebastián. Me pasó su número y me dijo que le llamara cuando llegara a Madrid. Le llamé y me invitó a salir con otros amigos. Mientras bebía chelas y nos reíamos de las anécdotas de Hugo te miraba a escondidas.

No sabía entonces que tú también me veías.

¿Te acuerdas de Madrid?

Estaba pensando sobre tu familia. Me parece súper raro eso de que se han dividido un pueblo. Y más raro es que tú madre se haya ido a vivir a ese pueblo después de que tú y tus hermanos se fueron de casa.

¿Qué te puedo decir? Mi familia es pura ópera barata. Oye, ¿te conté alguna vez cómo se conocieron mis padres? Fue en México. Papá era de una familia de escribanos que se fueron de la ciudad de México a las afueras de Zacatecas. Mamá pertenecía a una familia de ganaderos. Cowboys y writers, mi formación.

Incierto,

D.

To: Miss_Cuernavaca68@rocketmail.com

From: elpocho66@writeme.net

Subject: Será pronombre cuando eres sustantivo

Miss_Cuernavaca68@rocketmail.com wrote:

¿Un escribano y una vaquera? Are you kidding me?

Nop. Para nada.

La familia de mi jefe eran escribanos, de gremio y todo. Trabajaban en Messico City, en los portales al lado de la Plaza de Santo Domingo. Por alguna razón (quizá fue riña gremial) se fueron del DF y se instalaron en Fresnillo, Zacatecas. Mi abuelo se dedicó a diseñar invitaciones para bodas, quinceañeras, bautizos: pachangas pues. También pintaba ex-votos para gente que le pedía algún milagro al Santo Niño de Atocha ya que en Fresnillo está su santuario. Mi jefe trabajaba en una ferretería y a veces también escribía versos para batos que no tenían el don. Hacía buen bisnis. Y un fine day llegan a la ferretería los hermanos Salazar, unos batos que pertenecían al crusty upper crust de Fresnillo. El mayor, José David, estaba intentando de enamorar a una chava, Silvina Ortiz, que también pertenecía a una de las big name familias de la ciudad. Lo único es que los hermanos eran brutos. Bien toscos. Biiiiiiiiieeeeeennn tontos. Más que nada su mundo era la charrería y la —según cuentan las malas lenguas— “exportación” de ciertos productos de legalidad dudosa. Mi jefe, como sabía que los Salazar era raza dura, especialmente los hermanos, aceptó escribir unos poemas para Silvina, aunque no la conocía.

¿Cómo? Resulta que mi pops era hit con las ladies. Tenía tantas novias que Silvina no había entrado a su radar. Tampoco la conocía porque ella sobre todo pasaba casi todo el tiempo en la capital del estado, Zacatecas.

Los primeros poemas eran malísimos, José David no llegaba a ningún lado con ellos. Ni a la esquina de la casa. Y es que mi jefe ni había visto a Silvina. Un día José David lo llevo a un salón de fiestas y le dijo que esperara afuera mientras que él entraba. Mi pops se detuvo un rato, conquistando sin resultado a una chica que también estaba invitada a la fiesta. Esa chica luego se casó con José David. Mientras le coqueteaba salieron los hermanos Salazar con Silvina. Mi jefe la vio y le cayó instantáneamente el flechazo, así como en las novelas románticas que luego se vuelven telenovelas. De allí cambió el tono de los versos y Silvina empezó a caer en las garras de JDS.

El encuentro con Silvina casi arruina a mi jefe. Sólo pensaba en ella. Intentaba buscarla en otras mujeres, pero nada. Sufrió en el trabajo. Se enfermó. Nadie sabía qué le afectaba. Empezó a beber y pasar el tiempo en las cantinas; El jardín de Edén, La Opera, La Oficina, El Confesionario, Aquí Me Quedo, Primero Sueño, Hoyo Fonqui, La BBOBT. Una noche, al salir borracho del Aquí Me Quedo, mientras se recargaba sobre un poste de luz, la vio. Estaba en un carro conducida por su primo Ramón. Regresaban de una recepción en el rancho de los Aldama y como no hacía tanto frío, tenía la ventana abierta. Mi jefe alzó la cabeza, la miró y le aventó uno de esos versos que siempre tenía en la manga. Ella lo oyó e inmediatamente se dio cuenta de que este hombre borracho agarrado a un poste en un intento vano de hacer que el mundo dejara de girar era el verdadero autor de los poemas que le mandaba José David Salazar. En ese momento, como en todas las muvis románticas que hacen llorar a las chavas, se enamoró de mi jefe.

La vaquera y el escribano.

Claro, es la historia de Cyrano. Pero qué te puedo decir, así es la mitología familiar. Y si uno tiene que escoger entre la realidad y el mito, como opinó John Ford, pues el mito ¿no?

Claro, ahora tenían un problema, José David. Y también su hermano, Raimundo. Y sus primos, sus tíos, sus tías, su papá y la más temible de todos, su madre; doña Francisca, La Paca. Lo bueno es que los padres de Silvina aceptaron mejor a mi papá, ya que no era tan tonto como José David. Escondieron a los dos y los mandaron con otros familiares al norte, a Tijuana. Allí se casaron mis jefes. De Tijuana se brincaron la línea y terminaron en Chico. Mi padré consiguió trabajo en una lechería. Mi jefa en una fábrica que hacía mochilas (de allí mi mochila roja que viajó tanto conmigo).

Y así cayeron los dos en los USA. A los pocos meses de su llegada, nací yo. And the rest is, como se dice en los imeils, history. Just another típico story de border crossing.

Aprendí la historia de ellos a través de lo que se contaba entre mis parientes después de la cena cuando se ponían a tomar café y hablar de la familia. Como en mi familia no nos dejaban hablar, lo único que podíamos hacer era escuchar. Quizá por eso me paso las tardes escuchando conversaciones en bares y cafés, buscando historias que podría añadir a un libro que se me está ocurriendo.

Eavesdropper,

D.

To: Miss_Cuernavaca68@rocketmail.com

From: elpocho66@writeme.net

Subject: re: Cómo?

Miss_Cuernavaca68@rocketmail.com wrote:

A ver a ver, wait a minute Chicanito, ¿cómo que “the rest is history? ¿Qué pasó con los hermanos Salazar? No tengo la impresión de que tus padres se fueron así de fácil. Algo tuvo que pasar. Y también no te olvides que no te he perdonado por no habérmelo dicho sobre tu mujer. Quiero saber cómo se conocieron. Eso primero.

Segundo. ¿Por qué andas vagando de pueblo a pueblo robando historias que te cuentan en bares, cafés y en la calle? No me convence de qué es sólo porque andas entrevistando a gente para un proyecto. Hay algo más.

Tercero. Los hermanos Salazar.

Cuarto. Tu supuesto proyecto, seguro que estás escribriendo un libro. ¿Cuándo me vas a contar alguna de tus historias? ¿Cuándo me vas a contar un cuento?

Damn, mi dear dear Miss C. Tantas cosas. Bueno, vamos, como dijo un caníbal en un chiste malo, por partes.

Primero. Cómo conocí a mi chava, mi waifa.

Fue en una fiesta en Stanford, de estudios de la escuela de leyes, puros lawyers-in-training y muy pocos lawyers-in-love. No sé por qué iba a esas fiesta, quizá por tener muchos muchos muchos amigos que estaban pasando por el programa de Stanford Law. Pero era siempre el mismo rollo, are you first-year or second-year? The Question. La pregunta famosa que todos hacían para ver en qué generación estabas. Era una identificación con el grupo. Las primeras veces yo contestaba que era no-year, pues yo no estaba en ese programa. Decía que era pintor y a veces writer, y claro, las chavas inmediatamente se desconectaban.

Un painter, entre lawyers.

¿Dónde está el dinero? Juar, juar.

Empecé a contestar que era contador. Así me aceptaron. Por lo menos llegué a bailar a veces con chavas o pude entrar en conversaciones con los grupitos de law students que siempre se juntaban en la cocina para hablar de clases o de sus experiencias en otras universidades. Una vez oí a una contar de un invierno que pasó en una casa al lado de un lago en New Hampshire. Fue estudiante en Dartmouth y vivía con su novio que era visiting lecturer en la universidad. De noche esuchaban los pleitos de unos vecinos. De allí la conversación giró sobre la legalidad de vigilar a la gente y qué tipo de defensa se podría armar en casos donde el gobierno usaba wiretapping o video. Esto, te lo advierto, es el principal problema con fiestas de lawyers-in-training (lawyers-r-us). Todo se vuelve discusión sobre la ley.

Se notaba que la chava de Dartmouth quería seguir hablando de ese invierno pero la conversación se le escapaba. Podía ver qué algo había pasado en esa casa, y que aún estaba impactada. La oportunidad se le pasó y tuvo que quedarse callada porque la discusión tomó otra dirección. Muy heavy.

Pero te decía de cómo conocí a mi chica.

Pos en una de estas fiestas estoy hablando con una chava y me pregunta The Question. Y yo, sin pensarlo, la contesto. Le digo que soy pintor, y la chava, como que no se desconecta.

Y nos casamos al año.

Segundo. ¿Qué pasó?

Maybe later te lo cuento. Ahora no puedo.

Tercero. Tercero. Los hermanos Salazar. Ya te imaginarás. No estaban contentos. Nop. Parece que sacaron un contrato contra mi jefe. Por eso se tuvieron que ir de Fresnillo para Tijuana. Pasaron casi un año allí esperando poder cruzar el bordo. Creo que en esa época mi jefe empezó a bolear zapatos. Mi jefa, que jamás había tenido que chambear, también tuvo que buscar empleo. Creo que terminó en una licorería, vendiendo tequila barato (a precios altos) a turistas gringos que llegaban a Tijuas buscando el rrrrrooommmannnntic Mecsicou y encontraron una avenida de burros pintados con rayas, farmacias, discotecas y bares. ¿Y lo de la lana de la familia de mi jefa? Resulta que aunque estaban dispuestos a protegerla de los brothers Salazar, no estaban preparados a que terminara con un hijo de escribano que no le interesaba entrar a la family business: la ganadería. Cuando se fueron de Fresnillo, mis abuelos los protegieron pero también les cortaron de cualquier apoyo financiero. Ya te imaginas, mi jefa perdió todo. Así que fue difícil para ellos.

Pero tampoco les importaba. Según he oído, se querían muchísimo. Tenían uno de esos amores que hoy sólo se encuentran en las telenovelas brasileñas. Y ¿cómo no? Mi jefe tenía el don del verbo.

Cuarto. Mi supposed book. Vas a tener que seguir esperando. Las entrevistas e historias las estoy guardando, todavía no sé con qué fin. Quizá será un libro para ti, mi chava de los ojos felices.

Lo que sí te digo es que son una combinación de historias de gente que he conocido con fotos que he tomado en los sitios por donde he pasado. Pero no te molestes mi dear, algún día te cuento de esas cosas que he oído.

Libresco,

D.

To: Miss_Cuernavaca68@rocketmail.com

From: elpocho66@writeme.net

Subject: La música que escuchamos

Miss_Cuernavaca68@rocketmail.com wrote:

“Quizá será un libro para ti, mi chava de los ojos felices.” Qué bonito. Quizá mejor será un libro que nunca me escribiste, cabrón. Pero ya sabes, no puedo estar enfadada contigo mi boy. Por ahora acepto tu excusa de tu mysterious book.

Pero oye, siento que me estás dejando como una novia de rancho: vestida y alborotada (yo también sé algunos bad jokes). Sigo intrigada con la historia de tus padres. ¿Cuál fue la frase célebre que enamoró tanto a tu mamá para que haya dejado “the good life” para llegar a vivir a los U.S.? Come on, tell me, ¿qué llevaría a una mujer dejar a su país para seguir a un hombre que apenas conocía?

Uuuuuh. Hmm. Let’s see.

Mejor te hablo de un amigo que me pidió que escribiera una lista de los diez discos que más me habían formado como bato joven, liberal, slacker, unrepentent fan de las muvis, etc. etc. Discos que llevarían a una isla desierta si tuviera que vivir, pues, en una isla desierta. La primera cosa que se me ocurrió fue si tuviera que vivir aislado del mundo, ¿cómo viviría? ¿De dónde sacaría electricidad? Imaginaba una isla como la de Gilligan, donde uno podría conseguir todo con tal de tener también a un profesor de no se sabe qué, pero que puede hacer muchas cosas con cocos y bambú, pero nunca pudo hacer un pinchi barquito.

Anyway.

Me pareció una idea genial, pero también empecé a dudar. Muchísimo. No sabía cómo comenzar. Mientras caminaba por la casa consideré el lío en que me había metido. ¿Tomaría la ruta académica y pedante, proponiendo una lista de los discos que creo un amante del rock debería tener? O, ¿me iría por el trayecto personal, hacer una lista de esos discos que han definido mi vida? Cuando salí esa tarde a caminar por mid-town Manhattan pensé en los diversos senderos por donde iba mi memoria musical. Santana a Tower of Power al Velvet Underground a the Fall a Iggy Pop y los Stooges a Robert Palmer a Café Tacuba. Pere Ubu a War a Caifanes a Nina Hagen a Mecano a New Order. Talking Heads, Ian Dury y los Blockheads, My Dad is Dead, Magazine, Style Council, Tom Waits, Cocteau Twins. Paradas en un sistema de metro musical. Santana a Cocteau Twins en 20 paradas. Y ¿qué pasa con los Lounge Lizards? Se podrían considerar roqueros? ¿Y el Balanescu Quartet?

Me di cuenta de que escoger una lista de los diez mejores discos no es nada fácil. Tú lo sabes, ¿no? No es cuestión de simplemente sacar esos discos que siempre están al lado del estéreo. En mi caso, por ejemplo, cambio los discos cada dos o tres meses. No creo que esto me hace menos un amante de la música.

Mis gustos musicales cambian, son mis ever-changing modos.

También me di cuenta de que publicar una lista de mis diez discos favoritos sería como difundir mi diario personal. La música que escuchamos es nuestro soundtrack y no estaba dispuesto a anunciarme de esa manera. Así que decidí inventarme un personaje e imaginar los gustos de él.

Funcionó más o menos bien.

¿Te acuerdas de las listas que hacíamos en Madrid? Hablábamos de nuestras listas de música (¿todavía te gusta esa versión de “Seasons in the sun,” por Detox?), de las peores muvis que habíamos visto, de los viajes que más nos habían impresionado.

En cuanto a lo de mis folks y la frase célebre. La verdad no lo sé. Estoy seguro que los dos no la quieren recordar, ya que la verían como el principio del fin. Mi jefa nunca llegó a tener esa vida de la power class mexicana y mi jefe nunca terminó sus estudios por tener que buscarse la vida y emigrar a estos no tan United States.

Escondido,

D.

To: Miss_Cuernavaca68@rocketmail.com

From: elpocho66@writeme.net

Subject: La manera correcta para perder el sueño

Miss_Cuernavaca68@rocketmail.com wrote:

No sé. Yo creo que tienes alguna idea de qué fue lo que le dijo tu padre a tu mamá. Seguro que tenía que ver con la música.

Funny, porque también tengo esa teoría, creo que mi jefe le aventó un poco de una canción de José Alfredo Jiménez, ya que los dos eran grandes fans del Mr. JAJ. Me acuerdo que cuando era niño cada vez que tocaban algo de José Alfredo mis jefes se ponían misty-eyed y se abrazaban fuerte fuerte fuerte. Fuerte para perder el aliento. Fuerte para volverse uno. Fuerte para tener al otro en primer plano ultra close-up. A veces hasta bailaban. Después del divorcio veía como a mi jefa todavía le afectaba su música, pero cuando se daba cuenta de que yo la miraba, me gritaba que quitara esa porquería del estéreo.

Es la música, te digo.

Pues aquí te voy otra vez mi dear Miss C, un abrazote desde Austin, Texas. Capital de la música en el Southwest. La exposición estuvo bien. Lo mejor es que cada noche puedo salir a escuchar música cada noche. Rolar por las calles. Ya sabes.

Te acuerdas de la noche que nos encontramos en Malasaña? Me junté con David y Alexandra en Callao y nos fuimos a buscar un sitio para tomar chelas. Era una noche de calor. El aire era espeso e inmóvil. Llegamos a la Plaza Dos de mayo y nos encontramos contigo.

Y me acuerdo que estaba cansadísimo después de casi marcha continua. Ya me entraba el down, y sentía que iba a ser grueso. Uno de mis cuates se fue por las chelas, el otro empezó a hablar con unas chavas y yo luchando contra el sueño en un mar de chavas y cheves. Y lo que pasa es que cuando estoy cansado, no le hace en dónde esté, pero me empieza a dar mucho sueño. No sé, quizá tenga una forma rara de la narcolepsia o algo. Una vez en Tijuana hasta me quedé dormido durante la lucha libre. Como se burlaron los cuates esa vez. Y yo allí, intentando mantenerme aflote. Empecé a caminar, para que se me bajara el sueño. Y después, tú.

Y yo te vi y tú me viste. Y aunque nos habíamos despedido un par de horas antes, te vi y te quería decir muchas cosas. Hablar de ti contigo. No sé. Las cosas que uno piensa cuando está a punto de caer ahogado por el sueño.

Y se me quitó el sueño. Así de fácil.

Lo de tus padres también suena que fue bastante, hmmm, “passionate.” Y si tus padres tuvieron una relación tan fuerte, ¿qué pasó?

Hey now, ¿cómo crees? Mi jefa fue una santa….uh, ok. Una santa con cuatro hijos, two boy y dos girls (casi casi el Chicano Brady Bunch). Pues sí, mis jefes se amaban intensely. Me acuerdo de una vez que llegó mi jefe a casa con un regalo de navidad para mi mamá. Era una caja grande. Ella la abrió y adentro, una caja más pequeña. La abrió y otra caja adentro. Este juego de muñecas rusas siguió un rato, con las cajas volviéndose más y más chicas. Mi jefa se volvía frustrada y emocionada a la vez. Mi jefe se puso a cantar algo de José Alfredo. Y al final llegó a una cajita chiquita. Cuando la abrió encontró un collar de perlas. Mi jefa se aventó a los brazos de mi jefe y lo empezó a besar besar besar. Yo también me emocioné tanto con el espectáculo que abracé a mis jefes con todo lo que podía con los brazos de niño de cinco años.

Creo que sus primeros años eran así. Los dos habían dejado todo en México, pero no les importaba porque se creían una pareja bendita por el amor que tenían. Por unos años parecía que vivíamos la vida de Leave it to Beaver, pero en versión brown.

Resulta que no todo estaba bien en nuestro episodio de Papá Knows Best. Mi jefa no pudo llegar a estar contenta con el hecho de que sus sueños de matrimonio no llegaron a cumplirse. De ser la niña mimada de una familia rica de provincia mexicana, llegó a terminar como trabajadora en una fábrica donde hacían mochilas en una university town en el norte de California. Pero eso no era la ruina de mi jefa, ya que ella asumió ese rol y lo aceptó. Después de unos meses en ese jale, pudo negociar un puesto mejor en la oficina central. Y como pudo hablar bastante bien el inglés, llegó a ser una especie de traductora para los mexicanos que chambeaban allí. También empezó a ser vocera para la comunidad mexicana en la zona. Intervenía en disputas entre los trabajadores y los dueños de las fincas. Ganó la confianza de los policías locales y los médicos.

Ser chambeadota y campeona de la raza no fue su ruina. Fue mi jefe aunque quizá lo negaría porque es nuestro padre.

Lo cierto es que mi padre sí diría que su ruina fue mi mamá. Según él la huida de México había sido peor. Dejó a su familia, su chamba y, como me di cuenta años después, a varias novias. Pues era noviero, hay que reconocerlo. Y allá en Chico le fue difícil, siempre se sentía vigilado, por los parientes de mi jefa y por las authorities con quien trabajaba mi moms. También se volvió celoso con la atención que recibía mi moms, ya que era la town beauty de Fresnillo, Zac. Empezó a beber más. Muchas noches mi jefa lo encontró tirado en la puerta de la casa, borracho.

Creo que su caída final empezó cuando mis jefes se encontraron con José David Salazar en San Francisco y cuando él conoció a la China, una tijuanense que vivía en Hamilton City. Era mesera en un restaurante mexicano donde mi jefe pasaba mucho tiempo. Después se empezaron a citar en su casa en Hamilton City. Todos sabíamos de ella. Menos mi jefa, esperábamos.

A veces nos llevaba a mi hermano o a mi a Hamilton. Nunca llevó a mis hermanas. Todo fue tan simple, nos invitaba dar un paseo. Y como era nuestro jefe, claro que queríamos ir. Nos llevaba a comer unos tacos en las afueras de Chico y luego nos decía que tenía que ir por un mandado a Hamilton. Las primeras veces nos dejó en el parque cerca del centro y eso estuvo bien. Nos daba dinero para comprar un helado en la tienda. Pero después ni eso. Nos llevaba directamente a su casa. Mi hermanito no sabía qué pasaba. Se lo tuve que explicar. Los dos nos sentábamos en la sala, intentando mirar la tele, temiendo que nos comiera la tierra por haber participado en los asuntos de mi jefe. Empezamos a asistir a misa del domingo con mi jefa. Pero cuando nos tocaba confesarnos, jamás podíamos hablar de las visitas a Hamilton.

Mi hermano empezó a inventar excusas por no ir; que tenía tarea, que tenía que practicar para un partido. Whatever. Pero yo todavía buscaba la aprobación de mi jefe y también creía, ingenuo yo, que mi presencia de alguna manera moderaba la actuación de mi pops con la China. Juraba que en vez de acostarse con ella, se la pasaban jugando dominó o ajedrez. Algo. Juraba que al saber que yo esperaba en la sala, que mi jefe terminaría pronto sus asuntos y luego nos regresaríamos a casa, él y yo. Temía que en el momento en que yo dejaba de asistir a su casa, que papá se quedaría allí. Por eso yo me quedaba en la sala, con la tele prendida a máximo volumen, dibujando en un cuaderno que traía de casa.

Desenfocado,

D.

To: Miss_Cuernavaca68@rocketmail.com

From: elpocho66@writeme.net

Subject: La ilusión termina en la línea

Miss_Cuernavaca68@rocketmail.com wrote:

Oye. Qué grueso. Eso de pasar el tiempo en la sala de la “sucia” de tu padre me impresiona. Pero más que eso, me quedo otra duda. ¿Regresó José David Salazar? Wow, ¡qué historia! Vaqueras y writers. ¿Es parte de este libro misterioso que estás escribiendo? O quizá no será, ya que me la has contado.

Pues sí, la época que pasé en la casa de la China fue impactante. Creo que mi pops la conoció un poco antes de que mis jefes se encontraron con José David. La parte ingenua de mi ser todavía cree que si no hubiera sido por haberlo visto en San Francisco, que mi jefe y la China nunca habrían empezado su affair. Aunque la conoció antes del viaje a SF, no fue hasta después que se empezaron a citar. Seguro que el uno no tiene nada que ver con el otro. Quizá la relación de mis jefes estaba destinado a terminar así desde que salieron de Fresnillo. Pero lo cierto es que ver a José David fue algo que detonó como una bomba química entre ellos.

Fue en un viaje que hicimos como familia a San Fran. A mis jefes les encantaba ir a caminar por Fisherman’s Wharf, subir al boat tour de la bahía y quizá ir al Golden Gate Park. Las cosas entre ellos no iban tan bien. Mi jefa, aunque ya tenía cierto poder entre la comunidad mexicana, soñaba con lo que había perdido por haberse casado con un hombre con poco dinero y, según ella, sin interés en mejorarse económicamente. Mi jefe sentía la presión de eso, intentando razonar con ella de que la riqueza financiera no aseguraba la felicidad.

Y no es que sufríamos. Podíamos hacer viajes casi mensuales a San Francisco y durante las vacaciones nos íbamos a Tijuana para visitar a parientes. Vivíamos en una casa con un jardín pequeño y antes del comienzo del año escolar mi jefa siempre nos llevaba a comprar ropa nueva. Claro, tampoco era la high life. Mi hermano y yo compartíamos un cuarto y la ropa que llevábamos fue comprada cuando había rebajas. A nosotros no nos importaba, pero a mi jefa sí.

Sobrevivíamos y eso no le gustaba nada.

Cuando estábamos caminando por Fisherman’s Wharf oímos que alguien le llamaba a mi jefe con el nombre de “Escribano.” Al darse cuenta de quien era se le fue todo el color de la cara. José David Salazar. Se nos acercó y les dio un abrazo a mis padres como si hubieran sido mejores amigos de la infancia. Me acuerdo que se veía impresionante y cheap. Llevaba un traje nuevo, tenía anillos grandes en los dedos y portaba unas gafas de sol negras, aunque era un día nublado. También traía con él su esposa que portaba toda la frialdad de los ricos. Lo peor de todo era que había sido una amiga de mi jefa. Cuando los vio, con ese aire de mal gusto de los nuevos ricos (como ahora los recuerdo), mi jefa se quedó tiesa tiesa. Casi no podía decir nada. Intentaba cobrar su postura. Nos intentó peinar y limpiar para que nos viéramos mejor. Fue un desastre. Supongo que nos veíamos como recién sacados de los campos de arroz.

La pareja Salazar se quedaba en un hotel cerca de Union Square. Invitaron a mis jefes a cenar. Mi jefa no quería, pero mi jefe estaba intrigado. A él no se le escapó la impresión de que los Salazar eran una pareja de farsantes. Nos dejaron en un motel cerca del Wharf y se fueron a Union Square para la cena. Cuando regresaron, mi jefa echaba lumbre. Se notaba que estaba a punto de estallar en una tormenta de rayos. Aunque mi jefe contempló una pareja adinerada con gustos baratos, mi jefa solo vio la vida que había perdido.

No sé mucho de lo que pasó durante la cena. Lo único que sé es que los bróders Salazar habían levantado el bloqueo de Fresnillo y mis padres podían ir allá sin problema para ver a la familia. Seis meses después fuimos con mi madre por primera y última vez. Fuimos sin mi jefe. Mi jefa se quería quedar allá, pero mis abuelos le dijeron que no, que se tenía que regresar a casa. Lloró casi todo el camino hasta llegar a Tijuana, donde mi pops nos esperaba. No quería que él la viera llorar.

Me acuerdo que cruzamos la línea y mi jefa nunca volteó para ver su país que dejaba. Incluso no volvió a pisar tierra mexicana (not counting California, of course) hasta después de que finalmente mandó a mi jefe a la chingada.

Años después del divorcio mi padre todavía se reía del mal gusto de los Salazar. Es que el dinero no garantiza que uno sea culto, me explicaba. Mi jefa opinaba otra cosa. Se burlaba de mi jefe, diciendo que con todo su supuesta cultura solo pudo llegar a ser lechero y después azucarero. Y así terminaron los dos. Odiándose en Hamilton City. Cada uno en su sitio, mi jefa en la tienda con sus comadres y mi jefe, en la otra esquina, en el bar con sus cuates.

Supongo que querrás saber de la China. Después del divorcio mi jefe se casó con ella, pero seguía saliendo con otras mujeres de la zona. Y ya que no tenía la vigilancia de los parientes de mi jefa, hacía lo que le daba la gana. Fucking up his own life con toda su inteligencia.

Hay batos así, ¿sabes? Creo que tendrán algún gene que los lleve a la auto destrucción. No saben lo que tienen hasta que es demasiado tarde.

Desapercebido,

D.

To: Miss_Cuernavaca68@rocketmail.com

From: elpocho66@writeme.net

Subject: Llamadas telefónicas

¡Saludos de El Paso, Tecsas!

Estuve a punto de cruzar la frontera. Hacer un border crossing en un green rental. Entrar a México. Tenía un mapa. Dibujé una ruta que me llevaba de la frontera a la ciudad de México. Oaxaca. Tomar el camino para San Cristobal de la Casas.

Cambiar de nombre. Cambiar mi color de cabello. Cambiar mi piel. Cambiar mi ser. Cambiar todo.

Pero no lo hice, tengo carro alquilado.

Parece que es verdad lo que me dijo la waifa, que soy un pobre hombre común, sin espíritu aventurero.

Quick. Las cinco mejores rolas para cruzar el desierto:

“Clandestino.” Manu Chao

“Virgin Arms.” Flin Flon

“Polarlicht.” X Mal Deutschland

“Transcendence.” Thievery Corporation

“Road to Nowhere.” Talking Heads

Querida Miss C, ¿te acuerdas de la vez que me llamaste de Boston? Acababas de empezar un nuevo trabajo allá. Me dio mucho gusto saber de ti. Recordé las veces que nuestros caminos se cruzaron en Madrid, en ese fin de semana que pasamos hablando y caminando y hablando y caminando como en una muvi de Jarmusch. ¿Te acuerdas? Cuando me llamaste desde allá pensé que era lógico que nos viéramos acá. Pensé que me llamabas porque no te dabas cuenta de la inmensidad de este país, de que sería un viaje fácil de California hasta Boston. ¿Qué te digo? Era un tonto y claro que sabías la enorme distancia que había entre las costas. Pero no me entraba a la mente que quizá había otra razón por tu llamada…

Telefónicamente,

D.

To: Miss_Cuernavaca68@rocketmail.com

From: elpocho66@writeme.net

Subject: Missed opportunities

Nunca te dije que después de tu llamada de Boston empecé a averiguar sobre vuelos de San Francisco. Estuve a punto de comprar uno.

Pero al último momento no lo hice.

Tonto soy.

¿Verdad?

Tonto.

Ahora si me llamaras de cualquier lugar yo no lo pensaría dos veces. Iría a verte.

La neta.

Miss_Cuernavaca68@rocketmail.com wrote:

¿Tú sólo buscas a una? ¿Estás seguro que no la has encontrado?

Puede ser. Pero ya sabes. Uno no siempre entiende lo que tiene. Me estoy dando cuenta en este viaje que hay mucho que no sabía. También me di cuenta de que mi memoria es falible, tiene hoyos, huecos. Como si viajara por un sitio de recuerdos a la deriva, memorias y cosas perdidas. Y aquí estoy intentando de captar todo lo perdido, o por lo menos, salvar algo.

Un abrazo desde El New Faulding Hotel, hotel de perdición al lado del glittering State Street de Santa Barbara, Califas.

Perdido,

D.


To: Miss_Cuernavaca68@rocketmail.com

From: elpocho66@writeme.net

Subject: Y brindo por ti, mi estimada

Hay cosas que te tengo que decir.

Y brindo por ti, señorita C. Esta noche estuve con amigos en Santa Barbara y empezamos a brindar por varias cosas. Y yo brindé por ti, por tus ojos felices, tu cabello, tus labios. Brindé por esa noche en que tú y yo caminamos por las calles madrileñas, buscando buscando.

Brindé también por el reencuentro en San Francisco, verte después de tantos años y que pudiéramos entablar tan buena conversación como antes, como si sólo fueran unas pocas horas desde que nos habíamos visto y no siete años y dos paises. Brindé por nuestro reencuentro, la neta.

Y aunque te escribo todavía con los efectos de too many chelas, y aunque mi cabeza aun retumba con el boom boom boom de la música tecno que tumbaba tumbaba por el aire pesado del club donde nos encontramos, y aunque sé que quizá es una mala idea mandarte un emilio a estas horas, ¿te digo una cosa?

¿Una cosita?

¿Y después me calló? ¿Y después termino?

¿Te digo una cosa?

Brindé por tus padres, mi dear miss.

Brindé por ellos porque naciste.

La neta.

¿Y te digo otra cosita? Esto te lo digo en voz baja, para que nadie me escuche: Vente a Tijuana. Estaré allí en unos días. Vente a Tijuana y te mostraré la ciudad que un cuate consideró “el centro del universo.” Te tomaré fotos al lado del mar y la frontera.

Y finalmente. Esto. Me fui de casa. No me echaron. Dejé a mi waifa. Dejé. A. Mi Waifa. No lo quería aceptar hasta ahora. Ni creo que lo había entendido. Me fui como el típico guy que sale a comprar tabaco. Me fui como uno de esos personajes de un cuento de Kureishi.

Salí a buscar algo.

¿Y sabes qué? Fue fácil. Sí. Siempre pensaba que dejar a alguien era la cosa más difícil. Pero no. No lo es. Uno sólo tiene que abrir una puerta.

Y aquí estoy.

Mi dear, en Austin un amigo me habló de unas tiendas que vendían cosas viejas, objetos que habían pertenecido a alguien y que aun conservaban sus historias. Llamaba a estos sitios los Lost and Found. Tiendas para cosas perdidas y luego encontradas por otras personas. Creo que he estado esperando en el lost and found. Te espero en TJ.

Borrachito,

D.

To: Miss_Cuernavaca68@rocketmail.com

From: elpocho66@writeme.net

Subject: re: lo pasado es el pasado

Miss_Cuernavaca68@rocketmail.com wrote:

Todo pasa, ¿no te acuerdas? Como dice la canción, “lo pasado, pasado.”

Como eres comprensiva con este bato viejo. Perdón por el emilio anterior, de veras que fue una MUY MALA IDEA mandarlo, ¿pero qué te digo? Estuve inspirado, creo. Espero que tu novio, tu boyfriend el Austriaco no se haya ofendido.

No quiero morir aplastado, no quiero. Especialmente no aquí en Newport Beach. Es demasiado nice aquí. Me estoy quedando en la casa de mi amigo Arturo, un pintor Chicano. Cuando conocí a Chicano Art estuve viviendo en Santa Barbara. Fue durante mi época de nómada. Mi plan era bajar al sur de México, pero mi carro murió a nueve horas de casa, en SB. Afortunadamente conocí a Art y viví con él unos meses. En un camper que compartía con su perro, la Maga. Trabajaba en la Casa de la Raza y muchas veces estacionábamos el camper por allí. Los fines de semana lo llevábamos a la playa donde Art vendía dibujos o pinturas pequeñas que hacía en la pequeña cocina de su casa móvil. Conseguí jale en una estación de radio y luego pude mudarme a un estudio pequeño en las faldas de La Mesa.

Art vive ahora en una casa grande cerca de la playa. Pero el camper todavía lo tiene. Está estacionado al lado del garaje. Lo usa como oficina. Creo que el motor ya no anda.

Mas bien, ¡cuéntame un cuento! Cuéntame algo de un viajero que ha perdido la memoria; de un itinerante que busca busca busca; de una pareja, como tú y yo, que se encuentra y reencuentra y nunca pasa nada.

Ouch.

¿Te acuerdas de la última vez que nos vimos? Quedamos en juntarnos en el Café Comercial y llegué temprano. Conseguí una mesa en frente del café. Me senté con mi cafecito y me puse a mirar pasar a la gente, como hace todo el mundo allí. Vi salir de la estación del metro a una chava. Empezó a caminar frente al café, era obvio que esperaba a alguien. Y esa persona estaba tarde. Ella se paró al lado de la boca del metro y miraba por todas partes. Intentaba mantener el control pero se le notaba en los ojos que se ponía más y más triste. Sacó un cigarro y le temblaban las manos mientras lo encendía. Empecé a mirar a otra gente porque sentí de repente su tristeza. Sé lo que es esperar a alguien. Cuando la vi de nuevo estaba llorando. Ojos tristes. Nadie fue a preguntarle si estaba bien. Nadie. Todos, yo incluido, pretendíamos no verla. Nos concentrábamos en los amigos o en alguna revista o periódico. Hablarle habría sido como aceptar que la gente está sola, o haber reconocido las veces en que nosotros también habíamos esperado a alguien que nunca llegó.

Llegaste poco después y partimos para cenar. Antes de cruzar la calle, me acordé de ella, sola, parada en frente del café. Los ojos llenos de lágrimas.

No te dije nada en ese momento sobre ella, pero a mí sí me afectó. Y lo notabas. Sabías que algo me pasaba, aunque te aseguraba que no era nada.

Después de la cena caminamos hacia Lavapies para vernos con los latinoamericanos. Pasamos la noche en grupo pero en ningún momento sentía que estábamos con ellos. Tú y yo estábamos en otro flow, juntos. En la mañana te encaminé a la boca del metro. Te miraba fijamente. Tus ojos felices. Nos abrazamos. Y por primera y última vez, nos besamos en los labios. Me acuerdo que fue un beso que me recordó a los veranos al lado del mar. Un beso largo. Largo. Así lo sentía. Y sentía que todo estaba bien. Allí, en tus labios. No me quería apartar de ellos. Sentía que todos esos años de viajes continuas llegaban a su fin. Cuando nos separamos, no dijimos nada. Sólo nos quedamos abrazados allí. Quería decirte algo, pero no sabía cómo. Luego bajaste al metro. Antes de pasar por las puertas, te vi, allí parada, como esperando que dijera algo. Me despedí y me fui caminando hacia mi pensión. En el camino empecé a enojarme conmigo mismo. Sabía que si te hubiera invitado a viajar conmigo, lo aceptarías. Sabía que estabas dispuesta a partir conmigo hacia cualquier parte. Pensé en esa canción de José Alfredo, el que dice “Vámonos alejados del mundo.”

Estuve a punto de regresar por ti. No sé por qué, pero estaba seguro de que ibas a estar parada todavía en la entrada a la estación, esperándome. No regresé.

Nuestra historia es así: siempre principios.

Encuentros y reencuentros.

D.

To: Miss_Cuernavaca68@rocketmail.com

From: elpocho66@writeme.net

Subject: Gracias por los Memorex

Mi tan estimada miss C, no he oído nada de ti. Lo pasado es el pasado.

Esta noche estuve en el Zacazonapan, un bar en la zona norte de Tijuana. Descubrí su rocola: es milagrosa. Tiene toda la música del mundo. En las horas que estuvimos pisteando (Tecate, of course) oí música desde Los Bukis hasta Led Zeppelin. Del Cure hasta Lucho Gatica. De Los Tigres del Norte a Modern English. Freaky.

¿Todavía grabas casetes de música mezclada?

¿Te acuerdas de esos casetes? ¿El diálogo que entablamos a través de ellos?

Aún tengo tus grabaciones. Los títulos. “Música para romper cosas”. “Dicen que los norteños gritan”. “Desde el planeta de ruido” (citando a los Pixies). “Gracias por los memores” (para citar a Sarah Vowell), creo que siempre pasábamos el tiempo pensando en la música.

Tú empezaste con esto. Fue el casete, “Me hablarás por radio”. Las rolas: She sells Sanctuary (Cult); Away (Bolshoi); Turn to the Sky (March Violets); Love in a Car (House of Love); Cryin’ (Chris Isaak), y otras más.

Y como andaba en un mood 80’s, mi respuesta: “Don’t Look Down”. Cool Places (Sparks); Vienna (Ultravox); Cars (Gary Numan); Metro (Berlin); Bike Ride to the Moon (Dukes of Stratosphere); Hangin’ Out in California (Cruzados); Secret Agent Man (Devo); A Song From Under the Floorboards (Magazine) —¿te acuerdas de ésta? Empezaba, “I am angry, I am ill, and I am ugly as sin./ My irritability keeps me alive and thinking”. Toda una filosofía.

Luego me mandaste, “Viajes”. Hotel California (Eagles); Holidays in Cambodia (Dead Kennedys); One Night in Bangkok (Murray Head); Hawai-Bombay (Mecano); Anarchy in the UK (Sex Pistols); Born in East L.A. (Cheech and Chong); Veracruz (Agustin Lara).

Y con ese tape viajé por las calles de San Francisco. Después hice una copia para un bato que vivía y viajaba por el país en un Volkswagon. Tenía una esquina en North Beach donde se ponía a cantar y a mirar pasar el mundo. Una vez me dijo, Tú, tú algún día vas a escribir una novela. Me cai que sí. La neta. Y possibly voy a salir yo. Possibly. Eso me dijo el guy ése. Y yo, pues me reí. ¿Cómo le iba a creer? Antes de irse de SF, le regalé unos tapes. La música, ya sabes.

¿Qué más? El tape de “Bajo los covers.” La Bamba (Plugz); Truckin’ (Pop o Pies); La negra Tomasa (Caifanes); Happiness is a Warm Gun (Breeders); My Way (Sex Pistols); Blue Suede Shoes (Toy Dolls); Hombre Secreto (Cruzados).

Es que tú sabes cómo se debe hacer un mix tape. La verdad es que siempre hay que tener un plan. Es como lo describe Hornby en High Fidelity. Hay reglas para seguir. Las mejores rolas no se ponen al principio, necesitas manejar a tu oyente. No hay que esperar que todo sea un greatest hit, hay que moderar el tono, tener cuidado. Mantener el interés del listener y también entablar un diálogo con ella o él.

Yo nunca he podido hacer un mix tape para cualquiera. Necesito conocer a la persona, porque hacer un casete es una conversación. Tú lo sabes.

Siempre te imaginaba frente al estéreo pensando en rolas. Quizá harías como yo, sacarías muchos discos y empezarías al azar. Una rola te llevaría a otra y así. Llegué a un punto en que pensaba en mixes. Sacaría los discos y los compacts y los pondría ya en el ordén que iban a ser grabadas. Claro siempre me desvíaba, una rola me conduciría a otro disco que tendría que ir a buscar.

Y ahora, para un viaje eterno ¿qué pondrías en un tape? Se me ocurriría incluir “Zoom” de Soda Stereo. Quizá “Fade into You” de Mazzy Star porque esa rola me acuerda mucho al desierto. Cuando escucho “Lover’s Game” de Chris Isaak (o cualquier rola de él), pienso de carreteras solitarias, particularmente Highway 1 entre San Luis Obispo y Carmel. “The Boy Who Sailed Around the World” de Go Sailor. Algo de Massive Attack, “Protection” quizá. Cure, “Jumping Someone Else’s Train.” O mejor, “Leaving Train” de los Leaving Trains.

“Maybe I’m coming home; well, I am driving loneliness, a thousand miles long. I’m leaving on that train, I’m a leaving train.”

Mixed up

d.

To: Miss_Cuernavaca68@rocketmail.com

From: elpocho66@writeme.net

Subject: Esto era un libro

No, pos, my dear Miss, mi viaje casi ha terminado. Next stop: the border.

No sé, tu último mensaje fue bien corto. No te quise ofender, la neta. Pero sí sentía que había cosas que se tenían que decir. Y no lo sé, pero creo que tú lo sientes también.

¿Te digo algo?

Me pareces extremely buena onda. Me caes muy bien, la neta.

Recuerdo muy bien ese fin de semana en Madrid. Y la verdad es que desde que descubrí que estabas en San Francisco también empecé a pensar sobre ti.

Pienso qué hubiera pasado si me habría quedado esa vez en Madrid como me lo pediste. ¿Te acuerdas? Era una broma cuando me lo dijiste, por lo menos así lo pensaba entonces. Pero en esa época, como en ésta, estábamos comprometidos con otros. Y la neta, sentía que pasaba algo entre nosotros, algo. Y ahora que estoy de viaje he soñado (hay que admitirlo) con despertar junto a tus ojos felices, a tus labios de verano frente al mar, a tu sonrisa que ilumina cualquier lugar.

Pero la verdad es que tengo que regresar a los ojos de mi waifa. Ella, mi chava de los ojos tristes.

Tengo que.

Según me cuentan los cuates en New York, me dicen que anda como triste. Y la cosa es que sé que está triste por mí. Lo sé porque aunque pasamos por nuestros malos tiempos como todo el mundo, me necesita.

Y la necesito también.

Sí, soy un cursi perdido. Lo admito. Guilty.

Y me doy cuenta de que no es tan fácil dejar a alguien.

Me caes muy bien, mi estimada Miss. La neta. Siempre me has caído bien. Como que tenemos un conecte. Tú lo sabes. Yo lo sé también. Cuando estamos juntos se nos olvida de todo, es verdad. No vemos el mundo que nos rodea.

Lo has sentido como yo.

Pero aún así, lo que tenemos mi waifa y yo es mucho, mucho más fuerte.

En un momento quería que te vinieras a Tee Yei para que pasarás un ratín conmigo. Te iba a acosar, la neta. Te iba a hacer olvidar de tu Schwarzenegar. Te iba a contar del libro que nunca te escribí cuando te conocí, el libro que pensé que te estaba escribiendo desde que nos reencontramos. Pero me doy cuenta de que ese libro no lo dirijo a ti, más bien se lo dedico a ella. Siempre se lo he escrito para ella y lo que tú y yo tenemos sólo son fragmentos de otro libro, de otra vida.

Antes de partir, un cowboy me dijo que me faltaba recorrer algo. Se me olvidó preguntarle si iba a regresar. Cuando te vi de nuevo pensé que no, que mi viaje te llevaba a ti.

Pero ahora me doy cuenta de que sí, hay que regresar a ella.

Así que nos vemos, mi estimada señorita C, nos vemos por estas vías cibernéticas.

Y con ésta me despido…

Borra, por favor, estos mensajes.

Despedido,

D.

3 comments so far ↓

  • 1 Juan Garcia-Castanon // Oct 2, 2008 at 9:21 am

    wow, Manuel, nice work. I didn’t read it all but que locote escribe. What a nice format. It shows how inventive you can still be writing short stories and other forms. This is a letter in e-mail form or vice-versa. I also see that you can still throw in some englich phrases and get away with it. Can you get away with it the other guey? Write in ingleech and sprinkle it with frases en espanol?

  • 2 marco valesi // Oct 10, 2008 at 7:31 pm

    La revista me ha dado la oportunidad de conocer estos escritores y estas realidades que se me han revelado muy cercanas, leyendo las cartas he descubierto muchisimos lugares comunes.

  • 3 Santiago Vaquera // Oct 15, 2008 at 10:08 am

    Thanks for reading estas cartitas. I posted something on my blog about this particular proyecto (of which these fragments are a small part):
    http://web.me.com/svaquera/Minimal_Ideas/Confessions/Entries/2008/9/22_Pieces_of_the_people_we_love.html

    s

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